lunes, 6 de octubre de 2008

Sternstunde

El miércoles pasado si mal no recuerdo, todo absolutamente todo me ha salido de maravilla, ¿el universo esta cambiando? ¿Los astros se alinean? ¿Dios puso su atención en mí? (¡buah!), como haya sido, he ganado al menos cincuenta pesos jugando al póquer y aun por encima caminando me encuentro cuatro transvales tirados, y no obstante, el día aparte de ser bellamente despejado y azul, no dejaba de llegar incesante la brisa del norte, que reconfortaba mi espíritu... muchas cosas más sucedieron aquél día pero todas quedan opacadas por un pequeño, fugaz y simple hecho.

A eso de las 8:58 p.m. caminando a tomar el camión vislumbro en el horizonte cubierto de luces pero a mi alrededor todo era obscuro a dos chicas y pfff... una era hermosa y alegre (como una musa), y yo como fascinado, embargado, absorbido, embelesado, no podía dejar de verla mientras ella seguía con un paso pululante y decidido, y la miraba fijamente, porque en verdad era Hermosa, pero aunque el ambiente sea obscuro la belleza no necesita de la luz para hacerse presente: ojos grandes negros profundos, reflejando la las constelaciones de luces intermitentes de la ciudad, esbelta como una escultura griega, cubierta de vestiduras blancas en una sola pieza y unas zapatillas doradas, cabello lacio, ligero como esclavo de la gravedad, rubio despejando la penumbra y adornando aquella figura y bello rostro hecho ad hoc, mientras yo me perdía y trataba de fijar su imagen en mi mente.

Y mientras la miraba en su andar vacilante riendo con su moza amiga acercándose a mi, un mortal esperando abordar mi carruaje (el camión 635-B), mirando aquel espectáculo divino que se acercaba a mi entre risas y palabras, yo seguía ahí, mirando, incesantemente, cuando nuestras miradas como vigas de acero, como caudales de un río se cruzaron en un instante que fue tan ínfimo en el espacio temporal que el hombre ha llamado tiempo-espacio y a mi me parece verla aun, en un parpadeo estaba frente a mi dibujando con sus labios carmesí una bella gran sonrisa como si le sobrara todo y yo perplejo, inmóvil, congelado... (¿qué será de mí?), y lo único para lo que alcanzo mi intelecto o mas bien reflejos fue a responder con una sonrisa de sorpresa, pero su mirada fija en mi como si tuviera un lazo invisible atado a mis ojos y mis ojos a los suyos ya decía Bécquer:

"El alma que hablar puede con los ojos, también puede besar con la mirada"

y ella... y yo.... y en ese instante... con la fuerza de un torrente me tomo, el universo se detuvo en un instante eterno, las estrellas dejaron de brillar por un segundo, el tiempo que iba tan deprisa se detuvo a contemplarnos, mi corazón inconstante también dejo de latir y se sincronizo al de aquella femenino y dulce ser, y planto un florido beso en mis labios que se fundían en sus labios con los míos como oro en las llamas, como una gota en el océano, con el dulce sabor de la ambrosía, ¡oh gloria! tan fugaz... ¿por que tienes que avanzar tiempo?, y yo como una mariposa que liba la flor, sin pensar, feliz, como un Dios sonriente el mundo dejo de existir y yo mismo también... y al desprenderse de mí, se desprendía parte de mi ser, parte de mi vida, en un breve momento se iba, toque su alma y ella la mía; y yo estático, atónito, perplejo, inmóvil como montaña veía como se despedía de mi con una sonrisa mas grande que el sol mismo, y echaba a correr con su amiga mientras reía a un paso mas rápido que el de mercurio mismo, y yo no dejaba, ni dejo de sonreír desde aquel día. Tal vez casualidad yo lo que aseguro es que el cielo por un momento se abrió aquel día.

(mientras se alejaba en el horizonte, una mariposa blanca rondaba el ambiente, no sé si significa algo pero allí estaba).

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